Si aceptamos que información es la comunicación o adquisición de conocimientos que permiten ampliar o precisar los que se poseen sobre una materia determinada, aceptaremos que el papel que cumple la tipografía en este proceso es fundamental.
Diariamente, nos encontramos con distintos tipos de información: periodística (medios de comunicación gráficos y audiovisuales), instructiva (manuales, instrucciones de uso, guías de instalación y pantallas interactivas), turística (mapas, guías y puestos de información), de eventos (pantallas y carteleras), según la función que cumple cada una de ellos.
Del mismo modo, el tipo de información puede categorizarse según el medio en el que se difunda: estos pueden ser sonoros (radio y parlantes), audiovisuales (cine, televisión, internet, teléfonos móviles) o impresos (diarios, revistas y folletos). A partir de esto, es importante tener conciencia de que un mismo mensaje, al ser difundido por medios diferentes, varía en función de la técnica de comunicación correspondiente, por lo que también se modificará el modo en que sea percibido y descifrado por el público.
Aunque las campañas de información comprenden un repertorio variado de medios (muchas veces combinando distintos soportes), en esta oportunidad nos vamos a concentrar en los soportes impresos y estudiaremos algunas de las características de su funcionamiento, especialmente en lo que refiere al tratamiento de la información basado en criterios tipográficos.
El contenido
Siguiendo el ejemplo que ejercitaremos en el taller, el contenido textual del folleto informativo está dividido en tres partes. La primera parte es común al resto de las piezas: el nombre y la identidad del evento, y la información básica sobre lugar y fecha de realización, acompañada por la identificación de los patrocinantes. La disposición visual y los criterios de jerarquización de cada uno de ellos serán comunes al resto de las piezas y conformará uno de los programas tipográficos que resultarán en el sistema final. La segunda parte está constituida por las descripciones generales, es decir, el texto descriptivo del evento y el tema del mismo. Ambos tendrán el tratamiento y la ubicación necesarios de acuerdo con su importancia en el folleto. La tercera parte es un grupo de veinte textos correspondientes a las actividades que se llevarán a cabo en el marco del evento. En cada uno de ellos nos encontramos a la vez con cuatro niveles de información diferentes: a) subtema, intérprete o expositor; b) fecha y hora; c) sala o lugar específico; y d) breve descripción de la actividad. Los tres primeros deben ser completados y en función de ello se definirán las características particulares del evento. El cuarto es un texto cuya cantidad de caracteres no puede alterarse.
Organización de la información
Como vimos, las dos primeras partes (los textos de identidad del evento y las descripciones generales) se resolverán siguiendo conceptos ya ejercitados y la forma de hacerlo quedará librada al criterio de cada alumno. La organización de la información provista en el tercer grupo de textos, sin embargo, merece un estudio aparte.
En primer lugar, distinguiremos los datos puntuales de cada actividad (a, b y c) de su descripción (d), por más breve que esta sea. Aquí es necesario ponerse en el lugar del destinatario. Se deberá analizar la conveniencia o no de eliminar información textual repetitiva (las palabras «lugar», «fecha», «hora», etc.) y buscar la manera más adecuada de organizar los elementos de forma tal que el acceso a la información sea lo más sencillo posible.
Los criterios de organización de estos datos son básicamente dos: sucesión organizada de bloques de textos o construcción de un cronograma de entradas múltiples en el que los datos deberán ser necesariamente sintéticos y tendrán una referencia a las descripciones, que se ubicarán en otra parte del folleto.
Las herramientas gráficas
Si optamos por la sucesión de bloques, estos se organizarán y agruparán según tipos de información común (el día de realización, por ejemplo) y dentro de ellos se jerarquizarán cada uno de los elementos que los componen (como dijimos: subtema, intérprete o expositor; fecha y hora; sala o lugar específico y breve descripción de la actividad). Una vez que el espectador haya leído y decodificado la forma en que se definen las jerarquías en uno de los bloques de texto, entenderá la forma en que funciona el criterio para el resto.
Si optamos por la combinación de cronograma y grupo de descripciones, obtendremos nuevamente dos elementos: un cuadro con datos sintéticos (el cronograma) y una sucesión de bloques de extensión variable. Esta sucesión tendrá menos «accidentes» que la sucesión de la opción anterior, pero a costa de la necesidad de combinarse con un cronograma.
Para resolver el cronograma, antes que trabajar con una gran cantidad de cajas de texto, es conveniente ejercitar las herramientas de tabulado y aplicarlas a todo el grupo de elementos. De esta forma, al modificar una variable en el tabulado, se aplicará a la totalidad de los elementos sobre los que actúa.
Otros elementos tipográficos y no tipográficos
La función del folleto descriptivo puede mejorarse mediante la combinación de los recursos tipográficos que acabamos de describir junto a otros elementos y recursos, como el uso de pictogramas, misceláneas y códigos cromáticos.
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