Para hacer un buen trabajo de diseño, debemos comprender cómo funcionan los mecanismos físicos y culturales que se ponen en juego al visualizar un mensaje gráfico. La palabra «ritmo» deriva del termino griego que significa «fluir». Aplicado a la tipografía, puede colaborar en la optimización de la lectura o en la pregnancia de la página.
Cuando visualizamos algo es porque nos han «hablado a los ojos», han provocado que algo se haga visible dentro de un entorno determinado, donde hay muchas otras cosas.
En el entorno hay dos grandes áreas que conviven en forma indivisible, pero que tienen orígenes diferentes. Una es el mundo real de las cosas, objetos y fenómenos. No hay ninguna clase de intención en estas cosas. La otra, es el área de los mensajes y es la intención la que la hace visible. Este área es una construcción cultural, no natural.
Los mensajes son organizados y construidos según una estructura intangible, presentan relaciones con una intención de terminada. Los mensajes elaborados son información preparada para ser entendida por los destinatarios.
La percepción de la realidad se basa en un sustrato empírico, en la experiencia, mientras que la percepción de los mensajes se funda en el sustrato cultural y como tal varía con el crecimiento y la pertenencia a diferentes culturas. Los signos del entorno real son indicadores (significantes) que pueden ser «leídos» en función de la experiencia; en ellos no hay información, aunque pueda utilizárselos para deducir cosas. Estos signos reales no son imágenes sino presentaciones de sí mismos.
Las imágenes, en cambio, son representaciones, construcciones simbólicas, más o menos reales, más o menos abstractas, más o menos codificadas; percibir es ver de manera activa. Es una actividad que puede originarse de dos modos diferentes. Uno es aquel modo en el que el ojo busca, en el que el receptor actúa como radar e implica una intención de quien mira. El otro es aquel en el que el ojo se sorprende con el mensaje y en el que receptor es un blanco. El receptor no busca, sino que es buscado por el mensaje.
La percepción es el fruto de una combinación entre capacidades innatas, maduración del sistema nervioso y aprendizaje, resultando este último más decisivo en el humano que en el resto de los animales, mejor equipados de facultades innatas y menos dependientes del aprendizaje. La diferencia de percepción entre un bebé y un adulto no radica tanto en el aparato ocular ni en la cantidad de información recibida, sino en la capacidad de procesar la información visual. Esta capacidad aumenta con la práctica y la experiencia.
El desarrollo de la percepción, de hecho, comienza con la visualización de grandes contrastes hasta que se logra la distinción de pequeñas sutilezas. Se trata más de un problema intelectual que de una cuestión estrictamente sensorial, física o neurológica.
¿Cómo vemos?
El ojo es una especie de cámara fotográfica cuya superficie sensible, la retina, está dispuesta en el fondo de un globo redondeado. Toda la parte anterior del ojo es un dispositivo óptico que permite enfocar la imagen sobre la retina. Entre el momento en que el rayo luminoso incide en la retina y aquel en el que se forma la imagen en el cerebro transcurren varios milisegundos durante los cuales la información luminosa recibida por el ojo experimenta varios tratamientos sucesivos. La imagen que se forma en el fondo de cada ojo no es más que el punto de partida de la percepción visual. Después, es codificada en impulsos eléctricos que, transmitidos a través de las áreas visuales del cerebro, son analizados en términos del conocimiento de formas, colores, movimientos, proporciones, etc.
La exploración visual del espacio
La vista percibe por integración, de un modo súbito y simultáneo, las formas complejas de un objeto en su conjunto unitario.
La teoría de la Gestalt postula que las formas son percibidas por el sujeto inmediatamente como totalidades o conjuntos, con un resultado superior a la suma de las partes. Las relaciones, asociación, ordenamiento u organización se establecen de modo de hacer el mínimo esfuerzo perceptivo posible.
La ley de pregnancia de la formas rige este proceso, en el que se imponen como unidades las «buenas formas» (ver el enunciado de las leyes de la percepción unitaria).
La teoría de la Gestalt supone un determinismo y un automatismo biológico en la organización de las formas. Hay quienes sostienen, con otros criterios, que además las formas provienen del código cultural y que no son compartidas por todas las culturas. La mirada de los individuos sería, desde esta óptica, la mirada de una cultura, época y tradición. De esta manera, la percepción sería tanto anticipación como recuerdo.
Naturaleza de la percepción visual
En los centros nerviosos superiores se lleva a cabo la recepción y elaboración de la sensación suministrada por los sentidos. Estos datos, que a veces son conservados en la memoria, se denominan imágenes. Solo el ser humano es capaz (gracias a su inteligencia conceptual y abstracta) de relacionarlas con un objeto o estímulo exterior. Estas operaciones psíquicas constituyen la esencia de la percepción, y transforman la impresión sensitiva en una imagen cognitiva que puede ser utilizada.
Cuando el ojo ve un grupo de letras, es el cerebro quien percibe palabras. Esas palabras tendrán sentido para el que conozca el idioma en que están escritas. A su vez, alguien entrenado, con experiencia, «verá» ciertos rasgos formales en esas letras y el conocimiento adquirido le permitirá situarlas dentro de determinado estilo o época histórica. Podríamos concluir, entonces, que «vemos» con el cerebro, el ojo solo transmite impulsos nerviosos.
En el proceso de percepción, el sujeto, guiado por su experiencia y por sus expectativas, valora algunos rasgos especialmente significativos e ignora otros que considera irrelevantes. Así, la percepción visual busca el significado de los estímulos anclando el reconocimiento en los «patrones invariables» (es decir, el género o modelo, por ejemplo: las letras P), a partir de los cuales después puede reconocer sus «variables accidentales» (o, dicho de otro modo, las particularidades, por ejemplo: una P de la familia Rosario —la primera de la izquierda—).
En conclusión, los fenómenos que definen la percepción son:
- Identificación, o reconocimiento perceptual del estímulo: el observador asimila el estímulo por asociación a otros tipos conocidos, elaborados en su experiencia anterior.
- Diferenciación: el sujeto descubre en el estímulo aquellas particularidades que lo diferencian o asemejan a otro.
Aspectos ópticos, geométricos y orgánicos
Nuestra percepción sensible, óptica y estética, es mucho más compleja que la construcción geométrica, y es a ella a la que debemos recurrir al buscar el equilibrio entre el blanco y el negro y entre las formas. Un trabajo que parece «correcto» al ojo, no puede ser construido geométricamente, sino que la percepción exige ciertas «correcciones» a la geometría para evitar ilusiones ópticas. Como dice el dicho, «hay que construirlo a ojo». Para que podamos llevar adelante esta tarea debemos entrenar nuestra percepción y sensibilizarnos. Para ello hay que considerar:
- Un cuadrado geométrico es percibido como más ancho que alto. Del mismo modo, un círculo geométrico es percibido como más ancho que alto. Un «cuadrado y un círculo óptico» deberán ser construidos ligeramente más altos que anchos para «verse» cuadrados y circulares.
- En una figura dividida transversalmente en dos mitades, la parte inferior se ve más pequeña que la superior. Para igualarlas es necesario desplazar la división ligeramente hacia arriba.
3. Si se toman dos franjas del mismo ancho y se coloca una en posición horizontal y la otra en posición vertical, la primera parecerá más ancha que la segunda. Para que se vean iguales hay que corregir una de las dos.
4. El ojo tiende a simplificar los datos que existen realmente en una figura; selecciona los que serán percibidos de tal modo que, por ejemplo, tiende a redondear las puntas agudas y los ángulos, eliminando sus vértices.
5. Un círculo y un triángulo equilátero construidos al lado de un cuadrado con un diámetro y altura iguales se verán más pequeños que este último.
Las correcciones ópticas deben ser utilizadas para ajustar las figuras de modo que puedan ser percibidas como «correctamente construidas o de igual tamaño o peso».
Es necesario entrenar al ojo, al cerebro y a la mano para que puedan servir de instrumentos de medición, con la finalidad de lograr una construcción sensible de las figuras y de los espacios, dependiente de lo que percibimos y no de las medidas o formas geométricas.
Estos principios pueden ayudarnos a comprender algunos de los fundamentos de las leyes de la Gestalt, para poder utilizarlas como recursos gráficos en la comunicación:
Noción de pregnancia: la pregnancia (Wertheimer) es la fuerza de la forma. Es la dictadura que la forma ejerce sobre el movimiento ocular, así como su capacidad para imponerse como imagen mental y en el recuerdo.
Principio de invariancia topológica: una forma resiste a la deformación en la que se la hace incurrir. Esta resistencia se da en la medida en que la forma es más pregnante.
Principio de enmascaramiento: una forma resiste a las diferentes perturbaciones a la que está sometida. En la medida en que la forma sea más pregnante, será más resistente.
Principio de Birkhoff: una forma será tanto más pregnante en la medida en que contenga mayor número de ejes de simetría (regularidad, estabilidad).
Principio de proximidad: los elementos del campo perceptivo que estén aislados, pero que son vecinos, tienden a considerarse como grupos o formas globales.
Principio de similaridad: en un campo de elementos equidistantes, aquellos que tienen mayor similitud por su forma, color, tamaño o dirección, se perciben ligados entre ellos para formar una cadena o grupos homogéneos.
Principio de memoria: las formas son tanto mejor percibidas en la medida en que son presentadas con mayor frecuencia.
Principio de jerarquización: una forma compleja será tanto más pregnante cuando la percepción esté mejor orientada por el diseñador, conduciendo la mirada del receptor de lo principal a lo accesorio, es decir, cuando sus partes estén mejor jerarquizadas.
Leyes que gobiernan la percepción unitaria o sintética
Ley de la totalidad: el todo es diferente y es más que la suma de las partes.
Ley estructural: una forma es percibida como un todo, con independencia de la naturaleza de las partes que la constituyen.
Ley dialéctica: toda forma se desprende del fondo sobre el que está establecida. La mirada decide sobre si tal o cual elemento del campo visual pertenece alternativamente a la forma o al fondo.
Ley de contraste: una forma es mejor percibida en la medida en que se establece un mayor contraste entre ella y su fondo (principio de «la buena forma»).
Ley de complementación: si un contorno no está completamente cerrado, la mente tiende a continuar o a completar dicho entorno con los elementos que son más fáciles de aceptar en la forma o que son de algún modo inducidos por ella.
Ley de simplicidad: en un campo gráfico dado, las figuras menos complejas tienen mayor pregnancia. Una figura simple es aquella que necesita menos grafemas para ser construida: menos segmentos de rectas, menos curvas, menos ángulos, menos intersecciones y menos cambios de dirección.
Ley de cierre: una forma será mejor en la medida en que su contorno esté mejor cerrado. En efecto, una forma debe volver sobre sí misma; de otro modo deja escapar la forma potencial por esa abertura provocada.
Ley de continuidad: los elementos que se desarrollan recorriendo un eje constituyen formas pregnantes.
Ley de concentración (llamada también de simetría, de equilibrio y de inclusión): los elementos que se organizan alrededor de un punto central, que es su núcleo, constituyen una forma pregnante.
Ley de contorno: las figuras cuyas formas poseen mayor contraste sobre el fondo son agrupadas y asociadas por la percepción, y son pregnantes.
Ley del movimiento coordinado: los diferentes elementos que participan de un mismo movimiento constituyen una forma pregnante.
Ley de continuidad de dirección: una línea curva es concebida como un fragmento de circunferencia y un fragmento de línea. Esta ley se relaciona con el efecto estroboscópico sobre el que se funda el “cierre”. Si los estímulos visuales se suceden rápida, pero separadamente, la imagen parece en movimiento.
Ritmo
«Conviene repetir una vez más que en el origen conjunto de la escritura y el arte hubo ritmo, el trazado regular, la simple puntuación de incisiones in-significantes y reiteradas: los signos (vacuos) eran ritmos y no formas. Lo abstracto en su origen es grafismo, la escritura en su origen es arte».Barthes, Roland. Ensayo en La escritura y la etimología del mundo / R. Campa, Editorial Sudamericana.
Hay ritmo en los latidos del corazón, en nuestra forma de caminar, en el crecimiento de los seres vivos y en todas las formas en que la naturaleza se manifiesta. No es de extrañar, entonces, que sea una constante en toda actividad humana.
El ritmo es esencialmente repetición y estructura (separa el orden del caos). Para definirlo es necesario más de un elemento; al menos un pulso y una pausa repetidos. Puede tratarse de un pulso simple, cuyos elementos constitutivos sean iguales y se encuentren distribuidos de manera uniforme, o de uno complejo, es decir, que posea intervalos de diferente duración y elementos de características distintas, pero que también contenga repetición.
Aunque «ritmo» sea una palabra generalmente ligada a la percepción auditiva, es también determinante dentro de la percepción visual. El ritmo en lo visual tiene su manifestación más elemental en la repetición a intervalos constantes de un mismo motivo, mediante lo que se conforma una textura o «patrón».
La tipografía como disciplina visual también se encuentra íntimamente ligada al ritmo. En una simple línea de texto encontramos que la separación que hay entre cada letra constituye «blancos» regulares que, a su vez, interactúan con espacios (o silencios) más grandes que obedecen a la separación de palabras. También se relacionan rítmicamente las líneas de palabras, separadas entre sí. De la armonía de este conjunto depende el resultado del bloque. Si este ritmo es constante, relativamente regular, el bloque de texto tendrá un gris homogéneo.
El ritmo puede complejizarse sin perder la estructura que lo hace reconocible. El uso de signos de diferentes características morfológicas y tamaños, también lo modifica.
En el trabajo tipográfico el ritmo constituye un elemento de imprescindible dominio, porque es la red que contiene la puesta en página, el diseño de un signo o, como ya dijimos, la composición de texto.
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