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Tipografía y lenguaje: el párrafo

Elaboración: Pablo Cosgaya. Adaptación del capítulo Principios de formación, Manual de diseño editorial, de Jorge de Buen Unna.

«El cuerpo de una obra debe tener una organización, y esta tiene que ser evidente para el lector desde la primera vez que entra en contacto con el libro». Jorge de Buen Unna, Manual de diseño editorial

La primera tarea que debe abordar un diseñador editorial es la lectura de la obra, para conocer su contenido, comprender su estructura y prefigurar las partes en que se organiza. Las cuatro partes principales de un libro son: exteriores, principios, cuerpo de la obra y finales. Ya vimos en un apunte anterior cómo están compuestas cada una de estas partes, pero vamos a detenernos aquí en el cuerpo principal de la obra.

El diseñador debe conocer los niveles de importancia que necesita resolver visualmente a lo largo del cuerpo principal (apertura de capítulo, títulos, subtítulos, texto principal).

El cuerpo principal de la obra es, básicamente, una sucesión ordenada de capítulos. Cada capítulo consiste a su vez de varios artículos (grupos de párrafos unidos bajo un mismo título). Puede concluirse, entonces, que el párrafo es la pieza estructural fundamental de la obra escrita.

Párrafos

Cuando los textos se escribían a renglón seguido, los inicios de los párrafos se indicaban con un calderón o algún otro ornamento, comúnmente pintado de rojo. En la Edad Media se adoptó la costumbre de comenzar cada párrafo en línea aparte, pero la práctica de iniciar cada párrafo con un calderón se mantuvo.

La aplicación del calderón al inicio del párrafo, como todas las iluminaciones y también la encuadernación, solían realizarse fuera de la sala de copiado (y luego, fuera de la imprenta). Con el tiempo, se hizo costumbre que los párrafos quedaran sin iluminar (sin su calderón inicial), tal cual habían salido del taller de impresión. Así, surgió el párrafo ordinario tal como hoy lo conocemos.

Párrafo ordinario (justificado)

Se compone abriendo con sangría el primer renglón, con líneas del mismo ancho y dejando corta la última, tirada a la izquierda. Esto produce rectángulos de texto bien definido, pero se necesita realizar un cuidadoso corte al final de cada línea para lograr un color tipográfico homogéneo.

No es necesario separar estos párrafos entre sí con una línea en blanco, debido a que la sangría indica el inicio de un nuevo párrafo. La sangría común mide un cuadratín, es decir que su espacio es el mismo que el cuerpo en que está compuesto el texto.

Párrafo moderno o alemán (justificado)

Antes de la Segunda Guerra Mundial, varios diseñadores, encabezados por Jan Tschichold impulsaron un movimiento que se conoció con el nombre de Nueva Tipografía, caracterizado por una total aversión a los ornamentos. Esta idea fue retomada por la «escuela suiza» (encabezada por Josef Müller Brockmann), a mediados del siglo pasado. Esta línea de pensamiento se basó en el párrafo ordinario, pero consideró superflua a la sangría, con el argumento de que la línea final corta ya era suficiente para indicar que el párrafo había terminado. Con el tiempo, la idea se complementó agregando una línea en blanco entre párrafo y párrafo, para hacer más evidente la separación, variante del párrafo moderno conocida como párrafo separado.

Aplicar en obras extensas este tipo de soluciones produce un aumento de la cantidad de páginas, en comparación con la composición con párrafo ordinario. También produce una mayor frecuencia de líneas viudas y huérfanas. En el caso de adoptar este tipo de párrafos, no es necesario que la primera línea comience con sangría, debido a que la línea en blanco entre párrafos ya es suficiente para diferenciarlos.

Párrafo quebrado, sin justificar o en bandera

Se componen todos los renglones alineados a la izquierda y se deja el final irregular en el extremo derecho. La distribución del espacio entre letras y entre palabras se produce normalmente y se logra un color parejo, aunque el extremo derecho no es parejo. Este tipo de composición no deja de producir inconvenientes a ser resueltos por el tipógrafo: es necesario evitar repetición de palabras o fragmentos al inicio de cada renglón, la aparición de formas caprichosas o llamativas en el extremo derecho del párrafo y la coincidencia de dos líneas o más del mismo largo, entre otras cosas.

Párrafo francés

Este tipo de párrafos se utiliza para componer listados y diccionarios. Consiste en sangrar todo el párrafo, menos la primera línea (al revés que el tipo de párrafo ordinario). Para producir este efecto en los programas de autoedición, se indica un valor de sangría para todo el texto y un valor igual, pero negativo, para la primera línea.

Otros tipos de composición de párrafos

Hemos descrito los tipos de párrafo más comunes. Sin embargo, a lo largo de la historia se han utilizado otros tipos, que es conveniente conocer: epigráfico o en forma de piña (centrado en todas sus líneas), base de lámpara (variante del anterior que ajusta el largo de cada línea para lograr una forma determinada), antiguo (sin salto de línea y con un calderón en cada inicio de párrafo).

Asimetría y simetría

Debido a que la lectura en nuestra lengua se produce de izquierda a derecha, la composición tipográfica resulta por definición asimétrica. Esto implica que más allá de que un párrafo esté ubicado en página par o impar, el lector va a leerlo siempre del mismo modo.

Es un error común componer párrafos marginados a la izquierda en páginas pares y marginados a la derecha en páginas impares. El texto principal debe componerse siempre del mismo modo, más allá de la página en que se ubique. Comprendido este principio general, tengamos en cuenta eso sí que algunos elementos secundarios como títulos, cabeceras y foliados sí pueden disponerse en forma simétrica.

Atributos del párrafo

Una vez decididas las características del párrafo para el texto principal, se recomienda configurar una sola vez este párrafo y guardar esos atributos en la memoria del programa de autoedición con que se trabaje.

Guiones discrecionales o «blandos»

Es común que el ajuste de los párrafos requiera cortes que pueden variar a lo largo del tratamiento del texto. Con bastante frecuencia aparecen guiones que quedaron en una palabra que integra un texto que se desplazó a la línea siguiente. Para evitar este defecto, se puede aprovechar un útil recurso de los programas de autoedición: el guión discrecional o «blando», que consiste en la combinación de la tecla de guión [-] con otra (en QXP-MacOS: Comando + Guión, en QXP-Win: Ctrl + Guión), de lo cual resulta que, al fluir el texto, el guión desaparece.

Saltos de línea discrecionales o «blandos»

Igual que como sucede con los guiones mencionados en el ítem anterior, ocurre con los saltos de línea (en QXP-Mac: Mayúscula + Retorno, en QXP-Win: Mayúscula + Retorno). Esto permite producir un salto de línea sin que se modifiquen los atributos de párrafo al que pertenece.

Breve Glosario

Composición
Reunión de letras y espacios para formar palabras, líneas, renglones, columnas y líneas. En los inicios de la imprenta se hacía a mano, escogiendo con la mayor rapidez y precisión posible letras y espacios de la caja tipográfica, que luego se pasaban a una regleta metálica: el componedor.

Espacio
Elemento utilizado para separar letras y palabras entre sí. En la imprenta tradicional, los espacios se fabricaban en distintas medidas: fino, mediano, grueso, medio cuadratín, cuadratín, cuadratín y medio, dos, tres y cuatro cuadratines.

Interletrado (espaciado horizontal)
Cantidad de espacio entre letras aledañas. Se aumenta o disminuye para lograr que las líneas de un párrafo tengan la misma longitud.

Justificación
Operación que consiste en modificar el interletrado de un párrafo para que todas las líneas tengan la misma longitud.

Línea huérfana
La primera línea de un párrafo cuando aparece al final de una columna.

Línea viuda
La última línea de un párrafo cuando aparece al principio de una columna. Esta línea es antiestética y debe evitarse siempre, acortando el párrafo al que pertenece o recorriendo el texto. En los programas de autoedición, se pueden configurar preferencias para mantener juntas las dos primeras o las dos últimas líneas del párrafo. Así se advierten con facilidad las líneas viudas y huérfanas y luego se pueden corregir.

Bibliografía

  • DE BUEN UNNA, Jorge.  Manual de diseño editorial. 3.ª edición, corregida y aumentada. Trea Ediciones, España, 2009.
  • MARTÍNEZ DE SOUSA, José. Diccionario de edición, tipografía y artes gráficas. Trea, Gijón, 2001.

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